octubre 03, 2016

Primer intento de paddle board, resultado: roche internacional


A inicios del 2015, y recién con 3 meses de haber dado a luz a mi hermosa bebe, tuve que viajar a Miami por trabajo. Con mucha pena me subí al avión y me fui por primera vez a los Uniteds. 
Luego de varias reuniones de trabajo, programaron un paseo a Miami Beach, y una de las gerentes, muy deportiva ella, nos regaló una sesión de entrenamiento en paddle board para principiantes. 
Ilusa yo, y con muchos ánimos de volver a hacer ejercicio, muy empoderada me inscribí y sin dudarlo me aventé al mar junto con mi tabla y mi remo. Los instructores eran dos cubanos (agringados) muy guapos que nos explicaron de qué trataba el deporte. Se ve fácil - pensé - además el mar es una piscina y en la agenda decía "principiantes", todo bien. Modestamente me quedé atrás en el grupo, y alucinada que me vería así, y que hasta podría hacer yoga así:




Pero la realdidad fue otra. Ya en el mar, el remo y la tabla pesaban dos toneladas cada uno, a la tercera remada ya me dolían los brazos, las rodillas y estaba agitada, debo ir más despacio, pensé, y traté de tomarme mi tiempo, ¿y los instructores? ya estaban como a 50 metros de distancia, bueno, ¡yo sé nadar! - traté de darme ánimos. Vi que la gente se empezaba a querer parar sobre las tablas y se caían, ¿lo intento?, mejor no, solo me voy a arrodillar que se ve más fácil, Au! duelen más las rodillas!!! no, mejor me vuelvo a sentar sobre la tabla, ¿y si me paro? ... ¡zas! ¡al agua! ¿y ahora cómo vuelvo a subir? "patalea" me dijo uno de los chicos. Con mi mejor sonrisa y haciendo mi mejor esfuerzo logré volver a subirme a la tabla y más o menos me desmayé encima de ella cayendo como un costal de papas, ¡qué vergüenza!, pensé, bueno, mejor descanso un poquito antes de regresar ... ¡Regresemos! - indicó el instructor - y mirándome con pena y sin ninguna intención solidaria me dijo: si no remas te va a jalar el mar ¿juat?. La distancia se fue agrandando y yo veía - a lo lejos obviamente - que varios remaban parados sobre sus tablas, de regreso al punto de partida. ¡No me dejen! - pensé - pero no me dio la personalidad para pedir ayuda, me eché tristemente en la tabla y empecé a nadar con mis bracitos (ya no daba más), ¡no! ¡el remo! ¡dónde está el remo! ¡se quedó más atrás! ¡instructor apiádate de mí, ya no puedo más! ... y se apiadó de mí felizmente, la verdad no sé si entendió mi inglés masticado, pero habrá descifrado mi cara de angustia y me trajo el remo, ¡no puedo!, sí puedes, vamos, falta poco - me dijo y se fue nuevamente - ¡malo!, ¡qué poca solidaridad por Dior!. A duras penas llegué al final 15 minutos después del resto, una de las chicas me esperaba con la toalla en mano con cara de compasión, los demás empezaban a irse rápidamente después de la espera de la gordita con cara de angustia que se quedó sin aire, destruida y arrochada internacionalmente haciendo cualquier cosa menos "paddle board". Al día siguiente, por su puesto, no podía ni peinarme porque me dolía hasta el orgullo.

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